Una multitudinaria marcha opositora

Una multitudinaria marcha opositora

La concurrencia fue mucho más política que las anteriores. Las consignas menos y más claras. Más justicia y menos corrupción. Coparon el Congreso afuera. Agredieron a un periodista de Télam.


Finalmente, llegó el #18A y fue una gran movilización. La composición social de los manifestantes siguió siendo similar a las anteriores. Ésta es indudablemente patrimonio de una clase media creciente cada vez más enojada, que no se siente representada por el Gobierno y a veces tampoco por la oposición. La diferencia esta vez fue que la marcha fue netamente política, es decir, la antipolítica que antes estaba presente, fue reemplazada por un antikirchnerismo contundente. La corrupción vista y denunciada y la intromisión en la Justicia de la política fueron los dos ejes claros de la convocatoria.

A las 19:30, la Diagonal Norte se llenaba lentamente de manifestantes que caminaban en pequeños grupos, portando carteles y casi sin comunicarse entre sí. Parecía una manifestación de seres solitarios, a pesar de la gran multitud, que se manifestaban de manera democrática pero sin perder en general su individualismo. A las 20:30, la Diagonal ya estaba repleta. El Obelisco vivió su fiesta de visitantes en la media hora posterior.

Rodeados por el perfume seductor de los choripanes, que son un clásico de las manifestaciones políticas más allá de las ideologías de los movilizados, éstos portaban muchos carteles. Una de las consignas más vistas en ellos era la de “No a la re-re”.  Los carteles contra Cristina y la corrupción fueron demostrativos de la convocatoria.

Como siempre había organizaciones presentes. Estaban los Veteranos de Malvinas, la Unión Argentinas de Trabajadores Rurales y Estibadores, el Peronismo PRO, el Movimiento Independiente de Jubilados y Desocupados, la Mesa Nacional de Jubilados, Pensionados y Retirados de la República Argentina y el Partido Liberal Libertario. También estaban estacionadas en el Obelisco, con una bandera alusiva, las esposas de los gendarmes y los militantes del Congreso Nacional de Suboficiales Argentinos (CONASUBAR).

Hubo diferentes apreciaciones acerca de la cantidad de asistentes a la marcha.  Algunos dijeron más otros menos, fue diferente la movilidad. Lo único cierto es que no será posible desdeñar un reclamo que parece que no encuentra todavía fino su cauce opositor, más allá de las tendencias.

En esta ocasión no se vieron demasiadas cacerolas en el centro (sí en los barrios), había más latas, que eran golpeadas con varillas de metal. Hasta una señora de semblante hosco golpeaba una fuente con una cuchara de madera.

Enfrente del Obelisco habitaba el jolgorio. La comparsa Olodum tocaba sus tambores brasileños, mientras un joven “passista” mostraba sus aptitudes para el baile.

Las Pancartas

A veces en las manifestaciones de heterogénea composición como ésta, los carteles dicen más que las consignas que los unían y en este caso hubo de variada composición.

Desde uno de los carteles amenzaban al Gobierno con “Los vamos a juzgar”, miemtras que otros, más duros interpelaban: “La korrupción mata”. De todos modos, los más duros pedían: “Que se vayan”.

Otras pancartas rezaban -literalmente- “Papa Francisco Reza por nosotros”, mientras que otra reclamaba: Somos Argentina. no Venezuela”. Una señora  bien vestida dudaba, con cierta irrespetuosidad: “Cristina, ¿qué guardás en el mausoleo? ¿Está Néstor?”.

Otros, solidarios con los pueblos originarios, portaban una bandera que aseguraba que “Todos somos wichis y qom”, mientras Daniel Sabsay pasaba saludando.

Finalmente, una pancarta sintetizaba de alguna manera el espíritu de los movilizados: “Queremos una oposición unida”.

Toda una definición en la noche del jueves. La marcha fue opositora totalmente. La reforma de la Justicia, que fue aprobada en Senadores en simultáneo con la marcha,  fue la movida que llevó a la gente a concentrarse frente la Congreso al final . Muchísima gente se agolpó en contra de la quita de las cautelares y el manejo político de la justicia. Incluso hubo algunos pequeños incidentes que no pasaron a mayores.

Desde el centro y los barrios  los manifestantes comenzaron a desconcentrarse y ya a las 22:30 se habían después se habían retirado casi todos menos los de Congreso.  Estos siguieron hasta el final, casi a la medianoche.  Mientras tanto los restaurantes de la zona,  se llenaban de comensales.

El mensaje,  más allá de la cantidad de asistentes y su estadía en el tiempo en la cual los medios y las autoridades no se ponen de acuerdo, fue claro esta vez.  Se movilizaron los que están en contra del llamado “modelo” y fueron muchos. Demasiados para tan pocas respuestas. Los twits de la Presidenta no ayudaron. Hay otro país en su cabeza. Y no está claro cuál es. Pero no es el de ellos.

 

 

 

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