La interna florece en La Matanza

La interna florece en La Matanza


La Matanza es ese gran agujero negro para toda fuerza política no peronista. Casi dos veces el tamaño de la Capital Federal, en las próximas elecciones su padrón electoral rozará el 1,1 millón, lo que la convierte en la sexta provincia argentina, poblacionalmente hablando, y en un distrito esencial si se quiere ganar la provincia de Buenos Aires.

Sin embargo, lo que sucede en La Matanza no tiene tanta difusión mediática como en otros municipios. Tal vez sea porque allí –en los hechos– la ciudadanía se vuelve de segunda por las enormes carencias de su gente, o porque el peronismo monopoliza

casi todo el favor del electorado y la política pierde competitividad. Aunque ante el ocaso del liderazgo vertical y central de la Presidenta, las internas en las dos versiones del PJ parecen reverdecer.

El reino de Perón.“Acá el Pro no existe, todo es peronismo”, comenta a NU un viejo lobo de la política matancera, por supuesto, afiliado desde siempre al PJ, y que actualmente ocupa un cargo electivo. Relata que más allá de algunos mejores resultados en zonas de Ramos Mejía y Lomas del Mirador, nada por fuera del justicialismo tracciona votos.

La última elección le da la razón: entre el kirchnerismo y el massismo se llevaron casi el 85 por ciento de los votos, dejando un Concejo Deliberante dividido en 19 bancas para los primeros y cinco para los segundos.

Cuando se pregunta por los lugares más impenetrables para los candidatos por fuera del aparato oficial o del universo peronista, la respuesta que viene inmediata es Virrey del Pino, González Catán y partes de Laferrere y Rafael Castillo, lo que sería el tercer cordón matancero del Conurbano. “Si no tenés estructura para fiscalizar, a las 11 de la mañana ya no tenés boletas en las mesas”, admite resignado.

En este contexto, y desde la aridez que siempre otorga estar en la oposición (nacional, provincial y municipal), el massismo busca sostener el 40 por ciento que logró en las últimas elecciones, aunque a nivel de concejales sufrió un corte de boleta de casi dos por ciento (no suele haber más). Para eso, Massa dio rienda suelta a que se vayan posicionando diferentes precandidatos a intendente, y por ahora hay tres.

El vicepresidente del Concejo Deliberante y cabeza de lista de la boleta el año pasado, Fernando Asencio, cuenta con el aval del precandidato a gobernador Felipe Solá y de la diputada Graciela Camaño.

Tiene buena relación con otra de las postulantes, Mónica López (se conocen de cuando compartían las filas denarvaístas). Pero el dirigente matancero tiene mala relación con Darío Giustozzi y está enfrentado con Miguel Saredi, otro precandidato local.

Respaldado por Gustavo Posse, Saredi no cuenta con aparato propio y, según fuentes massistas, no es muy querido dentro del FR por su vínculo cercano al exfuncionario todopoderoso Guillermo Moreno, quien lo ubicó al frente de la Comisión Nacional de Granos (a pesar de que Saredi también trabajaba para el Pro). Oriundo de Trenque Lauquen, el empresario es considerado un outsider del peronismo local y salta de foto en foto para posicionarse. La última fue con Jesús Cariglino en Malvinas Argentinas, movida que habría disgustado a Posse.

Otro precandidato massista para la intendencia matancera es el diputado provincial y cacique del sindicato de comercio Rubén “Negro” Ledesma, apoyado por Giustozzi. Con mucha estructura que resulta tentadora a la hora de contar los recursos para fiscalizar, Ledesma mantiene el perfil bajo, aunque fue el primero en el municipio en respaldar a Massa en la campaña electoral pasada.

Por ahora, Massa no bajó una línea firme de a quién apoyará y permite el juego entre ellos. “Por eso se están matando y se tapan los afiches mutuamente todo el tiempo en las calles”, explica entre risas la misma fuente.

El FpV, a tres bandas.Aunque el kirchnerismo tenga un claro jefe político distrital, el intendente Fernando Espinoza, eso no significa que no haya una división interna, fogoneada por el hecho de que el alcalde se muere de ganas de ser el próximo gobernador. Aunque muchos creen que Espinoza es consciente de que otros nombres probablemente terminen aplastándolo (Florencio Randazzo, Julián Domínguez, Martín Insaurralde), por lo que en realidad apunta a seguir los pasos de Alberto Balestrini: ser vicegobernador y mantener los hilos del municipio desde La Plata.

El sector de Espinoza representa al PJ tradicional, pero tiene enfrente a otros dos. Un alineamiento interno está encabezado por la diputada nacional (y posible postulante a intendenta) Verónica Magario, hija del histórico tesorero de Montoneros, Raúl. “Magario es al FpV lo que Saredi al massismo: nadie la quiere internamente y no la sienten propia”, relata un legislador que conoce de cerca el kirchnerismo matancero.

El otro grupo está encabezado por María del Carmen Cardo de Balestrini, esposa del exvicegobernador, postrado hace años tras sufrir un ACV. Este sector es el más cristinista y no tiene un candidato propio para la alcaldía local, por ahora.

Compleja, gigante y desafiante, La Matanza aguarda que las elecciones presidenciales y provinciales alguna vez le dejen una hendija por la que sus gravísimos problemas sociales, de infraestructura y de salud sean parte de la gran agenda política bonaerense.

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