Estela y las Abuelas: análisis de un triunfo

Estela y las Abuelas: análisis de un triunfo


En nuestra historia nacional, hay momentos clave de derrota o de victoria popular. Difícil no deprimirse cuando se pierde ni se puede ocultar la alegría cuando hay triunfo. El triunfo de Estela es una victoria política, además de todo lo que pueda decirse desde otros ángulos. Porque el asesinato de Laura respondió a causas políticas, y el análisis de la cadena causal que llevó a resultado positivo nos da aprendizaje político. A eso voy.

Laura Carlotto era una compañera peronista y montonera, seguramente apasionada –como éramos entonces– con la vida y el proyecto de liberación y justicia que soñábamos para nuestro pueblo. Esa pasión de vida y entrega se expresaba en la pareja; en la militancia, en la intimidad, en el “ámbito” o en la calle. Concientes de que cada día podía ser el último, en la clandestinidad vivíamos y amábamos intensamente.

Ese es el contexto montonero en el que ocurre el embarazo.

Amor, pasión militante y miedo signan ese segmento.

La pérdida de miles de vidas militantes expresa nuestra dolorosa derrota.

Buscando a su hija, Estela inicia un impensado camino. Se anoticia del parto y del nacimiento del niño por una compañera de cautiverio que le da esos datos, al ser liberada. Esa mujer podía no haberlo hecho, olvidado la escena con Laura, borrado el horror del cautiverio o mudarse al extranjero como hicieron otras. Sin embargo, cumplió con la fraternal solidaridad de época.

Estela se asume como abuela sin nieto, emerge del duelo con una pasión que la impulsa a buscar al nieto robado. Su caso no era el único, y se suman en una comunidad de abuelas buscando a los nietos robados como botín de guerra.

La dictadura no amainaba, pero engendró otra solidaridad: madres, abuelas, familiares, se pusieron en marcha fraternalmente para ayudarse unas a otras, y vencer –aún con miedo– la porción de derrota que les duele en las entrañas.

En ese camino no dejaron puerta sin tocar, ni espacio sin llenar con el justo reclamo. La sociedad argentina, mientras, despertaba lentamente hacia la verdad del horror dictatorial.

La resistencia de Abuelas, madres y demás organismos de derechos humanos fue el piso vital que permitió a la incipiente democracia valorar a los derechos humanos. El primer gobierno legítimo acogió a las Abuelas con lo que pudo: excluyó el robo de niños de sus propias leyes de impunidad, y generó en el Ministerio de Acción Social un pequeño grupo de trabajo colaborador de Abuelas y de la Justicia. La CONADEP investigó concienzudamente para aportar al Juicio a las Juntas, que no incluyó el robo de bebés entre los delitos acusados.

Abuelas recorría el mundo y la solidaridad se iba extendiendo, así como el liderazgo de Estela se perfilaba tanto por lo justo del reclamo, como por su representatividad, su serena y firme actitud y discurso claro. Abuelas logró el apoyo de la Fundación Mitterand para la creación del Banco Nacional de Datos Genéticos, y a partir de allí el aporte de la ciencia fue un salto en calidad para la determinación de identidad de los chicos buscados.

Muchos otros sectores comenzaban a sumarse: artistas y particularmente el cine (La Historia oficial) llevaron hasta el premio Oscar la demanda de las abuelas.

La etapa había agregado más solidaridad, ciencia, liderazgo y la proclamación del Nunca Más, dando luz a una nueva conciencia social.

El último intento golpista fue en diciembre del 90 y se lo aplastó definitivamente. Los derrotados a partir de entonces fueron ellos, los que secuestraron y desaparecieron.

Para derrotar también al mito de los dos demonios, comenzó la etapa de la reparación en primer lugar a los expresos políticos y combatientes del campo popular, y la profundización de la verdad que había iniciado la Conadep.

Abuelas requería nuevos instrumentos y más solidaridad. Aunque los juicios a los apropiadores nunca se detuvieron, los tribunales eran el lugar clave para definir identidad y responsabilidad penal, pero los procedimientos venían lentos y dispersos.

Abuelas pedía cambios e integralidad, y más compromiso estatal para esa lucha desigual contra el tiempo y el pertinaz ocultamiento de los dictadores.

Para profundizar investigaciones había que adentrarse en los pliegues del Estado que conservaran datos y obtener legitimación procesal. El nuevo instrumento fue la Conadi (Comisión Nacional de Identidad). Su conducción real desde el primer día la tomó la otra hija militante de Estela, Claudia Carlotto, quien lleva a la fecha 22 años continuados en la función.

La Conadi es la coordinación de funcionarios ejecutivos, judiciales y la ONG Abuelas en pos de los mismos objetivos, con investigadores y asesores que potencian el esfuerzo. Fue el segundo salto en calidad y la Conadi como institución estatal la que aportó a esta victoria del encuentro.

En su lucha pertinaz Abuelas logró que el Derecho a la Identidad fuera incluido en la Convención por los Derechos del Niño de 1989 ratificada en 1990. Pocos años después, la inclusión de las Convenciones de DD.HH. en la Constitución Nacional reformada en 1994 colocaba en la cima más alta y estratégica a los Derechos Humanos.

Reparación, verdad, Conadi y la supremacía jurídica de las convenciones de DDHH señalan el fin de la derrota que se había iniciado contra el campo popular tras la muerte de Perón.

Con el nuevo siglo continuaron los caminos positivos. El triunfo de Carlotto es el de Abuelas y el de toda la sociedad. Eso explica la alegría colectiva que despertó el encuentro de la emblemática Abuela Estela con su nieto tan buscado.

Han sido la presencia y permanencia “estelar” en la escena pública y su continuidad lo que ha hecho en los últimos años que toda la sociedad personalice en Estela la búsqueda de la verdadera identidad, y se involucre positivamente en el repudio al drama originario. A ello sumemos todos los recursos estatales convocando más artistas, más filmaciones, más presencia mediática y excelentes campañas para inducir a los nietos ya adultos a que busquen a sus abuelas. El logro es evidente.

Esta victoria se amasó durante 37 años con muchos ingredientes: resistencia, militancia, amor, solidaridad, liderazgo, perseverancia, ciencia, compromiso, integralidad, verdad, reparación y sensatez. Con solo uno o dos ingredientes no alcanzaba. La salsa imprescindible la pusieron la voluntad, la democracia y la continuidad.

Aprendamos políticamente de esta victoria. ¡Gracias Estela! ¡Gracias Abuelas!

 

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