El recital de Olavarría por dentro

El recital de Olavarría por dentro

Fueron 20 minutos de locura, cuando se permitió ingresar a los que se habían quedado afuera. Después no hubo otros problemas mayores, pero la tragedia ya se había hecho presente.


El trágico recital del Indio Solari en Olavarría, en el que murieron dos hombres y hubo además una veintena de heridos fue relatado de tantas maneras diferentes por los medios de comunicación, que en Noticias Urbanas sentimos la necesidad de otorgarle la palabra a uno de los asistentes a La Colmena, el predio en el que se produjo la actuación de Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado.

Juan Manuel habla a borbotones y su relato suena como el alivio de un alma herida, a pesar de que a su entorno no lo alcanzó la tragedia. “El micro en el que llegamos quedó como a 60 cuadras del lugar del recital y ésa es una de las razones por las que muchos se fueron. Estaba todo tan lleno, que en el caso nuestro no pudimos acercarnos más, como muchos otros. Esa caminata al final del recital, cuando todos salimos por donde pudimos y buscamos la forma de llegar hasta los colectivos fue caótica. Pocos se acordaban adónde debían ir, porque estábamos en una ciudad desconocida. Yo me acordaba cómo llegar porque memoricé las calles y las alturas a las que había que doblar y la dirección que teníamos que tomar. Aún así, tardamos cuatro horas en llegar hasta donde nos esperaba el micro. Los choferes nos habían avisado que nos iban a esperar dos horas, pero nos esperaron más a causa del bardo que nos rodeaba”, relató.

“A la salida, no había nadie que nos guiara, que nos dijera por dónde había que ir. En eso nos ayudó mucho la gente de las casas que había alrededor del lugar del recital, nos hacían entrar, nos daban agua y nos permitían liberarnos de las avalanchas, porque había tres calles paralelas muy angostas por las que debíamos pasar y la gente de atrás empujaba porque allí se hacía un embudo porque había vallas. Finalmente, las vallas volaron y así se descomprimió un poco“.

“Nosotros nos dimos cuenta de que así no íbamos a salir y retrocedimos hasta un terraplén que había enfrente a la salida de La Colmena, subimos y nos encontramos con un gran descampado y salimos por allí, paralelamente a las tres calles que te describí antes”.

Juan Manuel relata que los incidentes ocurrieron en el lapso de 20 fatídicos minutos, que ocurrieron a la altura del tercer tema, cuando se abrieron las puertas para que entraran los que se habían quedado afuera. El problema fue que éstos sumaban -imposible contarlos con exactitud- entre 70 y 100 mil personas, según la evaluación a ojo de los que presenciaron la escena de su irrupción.

Entraron en malón y se fueron empujando hacia adelante. Allí se produjeron las avalanchas y en ese momento muchos borrachos entraron arrastrando a sus amigos que estaban fisurados y siguieron hasta cerca del escenario para meterse en el pogo. En esos momento, los que se caían, perdían. Cuando pasó eso, el Indio paró el recital y empezó a pedir que todos se fueran para atrás y entonces todos retrocedimos, para que actuaran los médicos y paramédicos. Allí, el Indio dijo. “se calman” y todo se calmó. Hasta el final ya no hubo mayores problemas. Después nos enteramos de los muertos y los heridos. De los primeros no sabíamos nada, pero de los segundos, sí“.

“De todos modos, yo estuve con un compañero del colegio secundario que trabaja para la Cruz Roja, que me contó que a ellos se les murieron siete personas. Inclusive, me contó de una chica que ellos atendieron y que después fue derivada al hospital, que él está seguro que no sobrevivió, pero no lo sabe porque se la llevaron”.

Siempre hubo bardo en los recitales del Indio, pero nunca pasó algo como esto. Siempre hubo pogo y avalanchas, pero nosotros nos cuidamos mucho unos a otros. Además, todos escuchamos al Indio, si nos dice, retrocedan, retrocedemos. Así es esto“, relató el seguidor del Indio.

“Cuando abrió el recital, el Indio tocó Barba Azul, un tema hermoso que a todos nos gusta mucho. Fue una explosión de alegría, porque en Tandil, cuando empezó a tocarlo se armó bardo y tuvo que parar el tema y ya no lo tocó en ese recital. Esta vez lo usó para la apertura, como una revancha por ese día. Aquí, al empezar el tema, se armó quilombo y el Indio paró, pidió calma y todos se calmaron”.

Cuando se le pregunta por las razones del descontrol, Juan Manuel está seguro de que “fue un operativo contras el Indio. Esto fue para eliminar el Indio. Siempre hubo cierto bardo, pero esta vez fue un descontrol. La salida fue una tortura, había vallas más adelante de esas tres calles, entonces se armaba una ratonera. Nunca me apretaron así, por eso nos volvimos y eso nos permitió encontrar la salida por el terraplén, sino no sé qué pasaba”.

El final de su aventura poseyó una contradictoria banalidad. “Subí al micro y me dormí. Cuando me desperté, a las siete de la mañana, ya estábamos llegando a la ciudad“.

Todo hubiera sido normal, pero el rock and roll ha muerto, para el pesar de nosotros, los malos. Entretanto, los bienhechores del país respiran aliviados, acompañados por una explosión de los buenos pensamientos que generan los biempensantes que sufren las heridas ajenas, a una conveniente distancia.

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