La CGT prepara una marcha y amenaza con algo más

La CGT prepara una marcha y amenaza con algo más

Esta tarde, se reúnen con la cúpula del peronismo. Luego verán a la Iglesia, a los intendentes peronistas, al Frente Renovador, a los socialistas y a los radicales. En marzo, movilización y paro.


La conducción de la Confederación General del Trabajo se reunirá este lunes a las 15:00 con la cúpula del Partido Justicialista, dando inicio de esa manera a una ronda de consultas que efectuará con el resto del abanico político argentino. Esta actividad se producirá ante la proximidad de la concentración a la que convocó el siete de marzo ante la sede del Ministerio de la Producción, para protestar por la ola de despidos y por la apertura de las importaciones.

En los próximos días, la conducción de la central obrera se reunirá con los intendentes peronistas bonaerenses; con el Frente Renovador -al que pertenecen dos de los miembros del triunvirato de la conducción, Carlos Acuña y Héctor Daer-; con la conducción de la Unión Cívica Radical, con la Iglesia Católica y con los movimientos sociales.

Ya hubo una reunión previa de los sindicalistas, que el 14 de febrero último se encontraron con la Confederación General Económica, que agrupa a los pequeños y medianos empresarios, para comenzar a anudar acuerdos en el camino al siete de marzo. Este lunes, otros dirigentes se reunirá con la cabeza de la Iglesia, en tanto que el martes la dirigencia sindical se reunirá con los intendentes del Grupo Esmeralda y posteriormente con la dirigencia del Partido Socialista, mientras que el miércoles recibirán a la cúpula del Frente Renovador. También estaba pactada una reunión con la conducción del Pro, pero su presidente, Humberto Schiavone, comunicó la imposibilidad de realizarla, ante su oportuno viaje a Madrid integrando la delegación argentina que acompañará al presidente Mauricio Macri.

En realidad, la movilización del siete de marzo a la que convocó la central obrera se enmarca en una serie de quejas y reclamos que culminarían en un paro general, que será convocado después de la movilización -que anticipan que será masiva y que, con cierta ingenuidad, esperan que obligará al presidente “a reflexionar”-, del cual advirtieron que “no tiene vuelta atrás”, según declaró Daer.

“Vamos derecho a una recesión y no veo al Gobierno cambiando de rumbo”, completó el líder de los trabajadores de sanidad. A esta altura, el límite propuesto por el Gobierno a las negociaciones paritarias -que no podrían pasar del 17 por ciento para todo este año- no sería aceptado por los gremialistas. Acuña anticipó que pedirán “el 20 por ciento, pero por seis meses”, lo que significa que en junio volverán a negociar con las cámaras patronales, para monitorear el desempeño de la inflación.

Como siempre ocurrió en la CGT, existen los halcones y las palomas, que se alternan en la definición del rumbo de la central, de acuerdo a las circunstancias. Los más moderados sólo esperan que el Gobierno suspenda la apertura de las importaciones, pero los duros se proponen obligar a Macri a practicar un giro de 180º en la economía, deseoso como está de negociar una tregua social en un año electoral.

La definición de esta pulseada, que se producirá lejos de los flashes después de la movilización, pero antes de la huelga general, marcará el año político. La CGT, conciente del protagonismo que posee, pero presionada por las posturas antagónicas de los duros y los blandos, duda entre encarar el camino de la confrontación o el de una negociación que hasta ahora no fructificó en mejoras para los trabajadores.

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