En el ajedrez provincial, las negras casi no jugaron

En el ajedrez provincial, las negras casi no jugaron

Por Fernando Riva Zucchelli

Un peronismo acéfalo no fue obstáculo para el oficialismo en la Provincia. Vidal logró su presupuesto sin despeinarse y marcó la cancha en La Plata. El acting político de Massa y los Esmeralda


En la negociación por el Presupuesto bonaerense, el peronismo demostró su fragilidad. Fracturado, sin ideas y sin referentes de peso, se tuvo que conformar con muy poco. La gobernadora obtuvo lo que quiso casi sin despeinarse.

En un cierre de manual, en donde la inteligencia del oficialismo pasó por entender que este partido se ganaba haciendo pasar el tiempo sin pelearse con nadie y sin cometer errores no forzados, la gobernadora María Eugenia Vidal y su mariscal de campo, Federico Salvai, lograron no solo aprobar un presupuesto bueno, según entienden en la gobernación, sino marcar la cancha del escenario político con el que se largará la campaña de 2017. El dato fue la incapacidad del peronismo para construir una fuerza respetable para la negociación. Y lo pagó caro en el recinto. Quizá sea esta una alerta para las elecciones, ya que no dieron la talla.

Cuando decimos “de manual” es que sucedió todo lo que tenía que suceder, antes o después, a los gritos o tranquilos, con cuartos intermedios mediante y, por sobre todas las cosas, como decía un viejo concejal porteño de Pompeya para explicar las votaciones, “el que ganó, ganó, y el que perdió, perdió”. Porque era imposible que pasara otra cosa. Y no pasó.

La negociación fue de más de doce horas. Las idas y venidas por el centro de La Plata, que incluyeron hoteles, restaurantes y hasta la residencia particular del jefe de Gabinete, le pusieron el folclore típico a estos cierres. Las caras nerviosas de cansancio; los celulares siempre recargando baterías en las manos de los asesores de los funcionarios, intendentes y legisladores; las secretarias y sus cortas polleras en el intenso calor le daban vida a un día en el que nadie quería dar el brazo a torcer primero, pero que culminó en un cierre aburrido desde la táctica y la sorpresa política, y absolutamente predecible.

Los números de las obras y el endeudamiento fueron los razonables en un tira y afloje para una norma que se sabía que iba a terminar siendo aprobada. El Presupuesto sancionado pasadas las dos de la mañana de este jueves estipula un cálculo de gastos y recursos de 522 mil millones, que incluye un plan de obras públicas de 43.800 millones. También incluye una autorización para tomar deuda por 59.500 millones, de los cuales 51.000 millones estarán destinados para la financiación de las obras, mientras que 8.500 millones serán destinados a un fondo para intendentes.

La Defensoría del Pueblo (que dejó Carlos Bonicatto hace dos años) se transformó de manera insólita en el organismo estrella de la jornada y del reparto, lo que grafica la pobreza del peronismo, que supo detentar ambas Cámaras legislativas, la Gobernación y decenas de entes para albergar por muchos años a toda la dirigencia de todos los pelajes políticos internos e incluso a muchos de los opositores de turno.

El Grupo Esmeralda (los vivos de 2016) logró plasmar con la conquista de la Defensoría lo que trabajó durante todo el año en las márgenes del oficialismo de Cambiemos. Sabedores de que iban a transitar un año difícil para el FpV, donde intendentes y legisladores no coincidían por el efecto CFK de las listas, se mantuvieron todo el año conversando con todos los demás sectores del peronismo, pero siempre con el plato principal ya adentro. Los dirigidos por Martín Insaurralde y Gabriel Katopodis vivieron el cierre con absoluta tranquilidad, más allá de las apariencias y del acting del momento. El sciolista, ahora “esmeraldo”, Guido Lorenzino se hará cargo del principal sillón del organismo, secundado por el massista Walter Martello.

A propósito, y luego del fallido intento de primerear el tema ganancias en el Congreso nacional, las huestes del tigrense Sergio Massa se bancaron hace unos días la histeria del masivo ataque peronista hacia Cambiemos, conscientes de que eso podía terminar de una sola manera: con la ruptura del bloque FpV ante la negativa de un acuerdo inviable y sin garantías, que motorizó, entre otros, Florencio Randazzo. Finalmente, eso exactamente sucedió con mayor claridad en Diputados, donde La Cámpora no solo votó en contra sino, encima, con divisiones.

Así y todo, mientras el oficialismo y el massismo refrescaban la alianza que nunca estuvo en peligro este año, Randazzo logró sostener al bahiense Marcelo Feliú como el tercer hombre en la Cámara baja y el primero de todas las facciones peronistas. La presidencia del cuerpo de Manuel Mosca ratifica una vez más el liderazgo de Salvai. La vicepresidencia, que quedó en manos de Ramiro Gutiérrez, del Frente Renovador, ratifica, por si era necesario, un esquema de gobernabilidad más que aceptable para la Gobernadora.

El Movimiento Evita, conformado por jugadores inteligentes en la Provincia que saben “cobrar” su poderío también por ventanillas nacionales, mantuvo con la diputada Patricia Cubría un lugar dentro de las autoridades de la poderosa Cámara de Diputados. La legisladora colorada es la compañera del jefe del Movimiento, Emilio Pérsico.
Mientras los sectores más perdedores del kirchnerismo –con excepciones, como Verónica Magario, cada vez  más equilibrada– hacían ruido sin nueces, proyectos inviables, escenas de pánico y desenfrenadas reuniones hacia la nada misma, Vidal sacaba el pliego en el Senado del procurador Julio Conte Grand –en reemplazo de María del Carmen Falbo– para coronar una noche casi perfecta.

El peronismo perdió por su propia incapacidad de sintetizar políticas, ambiciones y poder, algo que en ese espacio nunca puede fallar. La falta de pesos pesados, como consecuencia de la peor derrota en treinta años, es una característica que tendrá que asimilar el PJ para construir una alternativa superadora de lo que ofrece. O, para ser más claro, debe tener una oferta, ya que, por no tenerla, el fantasma de Cristina renace en el escenario electoral, lo que sería el peor error en la construcción de una alternativa de poder hacia 2019. “Un pancito para hoy y hambruna para mañana”, como definió un gobernador peronista hace una semana ante Noticias Urbanas.

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