Él Mató a un Policía Motorizado: grande en la Ciudad

Él Mató a un Policía Motorizado: grande en la Ciudad

La banda platense editó La síntesis O’Konor, su disco de madurez, cerrando un ciclo de más de diez años en el que conquistaron al público porteño y pusieron la piedra fundacional a la escena under.


Con La síntesis O’Konor (LAPTRA, 2017), la banda platense Él Mató a un Policía Motorizado completa el viaje iniciático que había emprendido hace cinco años con la edición de La dinastía Scorpio (LAPTRA, 2012): el camino hacia la madurez musical y la plenitud compositiva, acompañado por una evolución sonora que, sin abandonar recursos del lo-fi, hace más accesible las canciones a más oídos. “Para tu sorpresa hoy voy a ver a El Mató”, dice el whatsapp que me mandó el jueves un amigo al que conozco de hace muchos años. No fue el único que tuvo su bautismo con este nuevo disco y la serie de conciertos con los que lo presentan en Buenos Aires en estos días.

Como en un cuento de Dickens o en el rostro de Bill Murray, La síntesis O’Konor proyecta todos los Él Mató del pasado, el presente y el futuro en una síntesis que es a la vez llegada y punto de partida de su obra por venir. Las canciones casi punk de los primeros años tienen su reflejo en el track Ahora imagino cosas, el kraut suburbano de su trilogía resuena en La Síntesis O’Konor, el romanticismo de las baladas de Santiago Motorizado suena mejor que nunca en El Tesoro. Y todo esto recubierto por una pátina de brillo fruto de un excelente trabajo de grabación, mezcla y master.

La impecable trayectoria de Él Mató, banda decana de la escena emergente argentina de la última década, está ligada de forma indiscutible con la ciudad de Buenos Aires. Durante los peores años del post-cromagnon, cuando las calles porteñas eran tierra arrasada para el rock under, ellos tocaban siempre. De la mano del incansable Alejandro Almada, hicieron La Tribu, Remember, Unione e benevolenza, el Club Buenos Aires, Marquee, Salón Pueyrredón hasta que les fueron quedando chicos. Además de los hits a prueba de balas y las guitarras imposibles, Él Mató hoy es grande porque creció trajinando estas calles.

Él Mató también es grande porque fue dejando una estela de músicos y de bandas que crecieron cerca de ellos, atravesando puertas que ellos, como pioneros, abrieron. Hoy existen varios grupos que comenzaron a tocar en los últimos años luego de que sus miembros se conocieran o decidieran empezar a hacer música juntos en un recital de Él Mató. El sonido particular de sus guitarras y la batería kraut hicieron escuela. Varias bandas crecieron, se hicieron conocidas para más gente y hasta viajaron a los principales festivales del mundo por compartir escenario con ellos. El quinteto platense marcó, más que ninguna otra banda, la escena porteña de este siglo.

Y en La síntesis O’Konor podemos notar que, además, ellos mismos se dejan empapar por esa escena y muestran algunas influencias de las bandas que crecieron escuchándolos. Hay cosas de los mendocinos Mi Amigo Invencible, principalmente melodías y líneas de bajo en algunos pasajes instrumentales; así como pueden escucharse algunos timbres y cadencias que remiten al último trabajo de los neuquinos Atrás Hay Truenos, el extraordinario Bronce (LAPTRA, 2016). Se cierra así un círculo virtuoso que marca, más de diez años después de Cromagnon, la resurrección de un circuito musical que renació de las cenizas de una ciudad clausurada y hoy da sus frutos.

No hay fin de semana en la Ciudad en la que no haya dos o tres o seis opciones para ir a ver buenas bandas en vivo. Bandas con propuestas originales y canciones gancheras, más o menos prolijas, más o menos ruidosas. Sólo en estos días presentaron discos nuevos, además de El Mató, el combo de psicodelia afrolatina Los Espíritus y Sombrero, un sexteto que abreva del rock, el folklore y la música de spaghetti western: tres propuestas tan disímiles como novedosas y las tres ejecutadas con maestría. En un tiempo, se va a hablar del año 2017 como un gran año en la historia del rock argentino.

En una época en la que las productoras y los grandes sellos ya no arriesgan, la M de MTV dejó de significar ‘música’ y las radios dejaron de mirar hacia afuera, las canciones hay que salir a buscarlas a la calle y en Buenos Aires está lleno. Bares y antros y teatros y centros culturales en todos los barrios, con gente fumando en la vereda y la música sonando adentro. Es necesario salir, ir a ver bandas, pagar la entrada, comprar un disco. Es la única forma de que la rueda siga girando. Se ha dicho muchas veces que el rock no tiene futuro, y es posible. Quizás, como dice el siempre vigente John Lydon, nunca lo tuvo. El terreno del rock es el eterno presente y de la mano de bandas como Él Mató a un Policía Motorizado, ese presente goza de buena salud.

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