El dueño de Uber dejó de trabajar con Trump por los inmigrantes

El dueño de Uber dejó de trabajar con Trump por los inmigrantes

Renunció al consejo asesor del presidente de Estados Unidos por las polémicas políticas inmigratorias del Gobierno, que podrían hacer peligrar los negocios de la App de taxis.


La decisión del nuevo presidente Donald Trump de prohibir el ingreso de personas de países musulmanes, sumado a las duras políticas sobre inmigración, generaron el rechazo de las grandes empresas del mundo.

Google, Starbucks, Airbnb y hasta JP Morgan, son algunas de las compañías que militan en contra de la decisión de Trump, todos en línea con el pensamiento de la inclusión a los inmigrantes y de fomentar la libertad en Estados Unidos, un pensamiento contrario a la política Trump.

Uber también fue una de las empresas que rechazó abiertamente las nuevas medidas inmigratorias, en parte porque su flota de taxis se compone en su mayoría por los inmigrantes que viven en Estados Unidos.

Lo que sucede es que el director ejecutivo de Uber, Travis Kalanick, era uno de los 19 grandes CEOs que se habían sumado a un consejo asesor, integrado también por los directores ejecutivos de Pepsi, JP Morgan, Blackstone, General Motors, BlackRock, IBM, Boeing, entre otros grandes empresarios. Pero Kalanick anunció el jueves su renuncia al comité. 

Lo hizo luego de una muy tensa reunión que mantuvo el martes pasado con sus empleados en la sede de la compañía en San Francisco, donde escuchó planteos durísimos. Pese a eso, en ese momento Kalanick defendió su permanencia en el comité asesor al afirmar que no significaba un “apoyo” a Trump y que estar ahí le permitía tener injerencia en los debates planteados por el Gobierno.

Pero a la presión de los empleados (que hicieron circular un documento en su contra) se le sumó una fuerte campaña en las redes sociales y algunos indicadores de bajas en el uso de la aplicación. Ante eso, dos días después de defender su participación en el consejo asesor, Kalanick anunció el jueves su salida. En un email a sus empleados, dijo que su participación en el comité fue “malinterpretada” y contó que habló con Trump sobre el “muslim ban”, el decreto que prohibió el ingreso de ciudadanos de siete países árabes y de refugiados sirios.

“Hay muchas maneras en que continuaremos abogando por un cambio en la reforma de la inmigración, pero permanecer en el consejo supondría lo contrario. El decreto migratorio está afectando a muchas personas en comunidades de todo Estados Unidos. Las familias están siendo separadas, la gente está varada en el extranjero y hay un temor creciente de que Estados Unidos ya no es un lugar que le da la bienvenida a los inmigrantes”, escribió Kalanick, que agregó que la inmigración fue clave para el éxito de Uber.

El caso de Uber es emblemático del dilema que enfrentan los grandes empresarios estadounidenses, ante la necesidad de mantener una relación de cercanía con Trump pero también de que no sean vean afectados los negocios de sus compañías.

Esto es mucho más evidente en las grandes empresas tecnológicas, que tienen su sede en Estados Unidos pero sus ganancias provienen de todo el mundo. De hecho, el país donde tiene más viajes y donde más factura Uber es México, el enemigo número uno de Trump. Es por eso que quedar pegado al magnate pudo haber sido catastrófico para la firma que conduce Kalanick.

En la misma situación están otras grandes compañías, como la plataforma Airnbn que anunció que brindará hospedaje gratuito a todos los refugiados y personas a las que se les niegue el ingreso a Estados Unidos por el “muslim ban”. Por su parte, la cadena Starbucks se comprometió a contratar en los próximos cinco años a 10 mil refugiados en los 75 países en los que tiene presencia.

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